Recientemente el sitio EnRemolinos.com logró una super entrevista con Adrián Taverna, sonidista y amigo personal de Cerati. Es una de las mejores que he leído en años sobre Gustavo y Soda Stereo, y de quién además se considera como el "verdadero cuarto Soda". Por tal motivo la transcribo literal:
“Pensé que no ibas a aceptar hacer la
entrevista, te soy sincero”, confesé. “Sé igual que es un prejuicio mío”, le
agregué. “Claramente”, me contestó. La cita estaba pautada en la zona de
Colegiales, en Buenos Aires. Viernes de tarde. “Tengo un lugar donde podemos
hablar tranquilos” fue su premisa.
El encuentro finalmente se dió en
Vorterix, la radio/teatro que fundara Mario Pergolini allá por 2012. El lugar
elegido: a los pies de la consola del estudio Spinetta, justamente en la radio.
Allí, nos sumergimos con Adrián Taverna en su historia, totalmente ligada a
Soda Stereo y Gustavo Cerati. Anécdotas, datos, risas, que durante 90 minutos
redondearon la entrevista que aquí compartimos:
• Adrián, ¿cómo es que empezás a
meterte de lleno en la música?
– Yo empiezo en la música tratando de
ser músico, cuando tenía 12 años. Acá había una revista que se llamaba Pelo,
donde había un aviso de que un bajista muy reconocido, que era el bajista de
Sui Generis Rinaldo Rafanelli, daba clases de bajo. Yo fui a tratar de aprender
bien a tocar el bajo, y además estudiaba electrónica. De chiquito trabajaba de
herrero, entonces mis manos estaban bastante curtidas y duras, era muy difícil
poder ejecutar algún instrumento pero me apasionaba la música. Al conocerlo, a
eso de la tercer clase, él me invitó a su sala de ensayo para decirme que tenía
algunos cables para soldar, y eso para mí fue como haber pasado a otra
dimensión.
Me empecé a entusiasmar mucho. Iba los
sábados, que era cuando yo podía y cuando ellos no tocaban y ensayaban. Ahí
descubrí que había una consolita muy chiquita, de 4 canales para las voces. Ni
siquiera sabía que a eso se le llamaba consola. Me dijeron “fíjate, dale
volumen pero que no acople”. Y ahí empecé.
• De casualidad entonces…
– Sí, muy de casualidad. Yo escuchaba
música desde muy chiquito. No hay ningún músico en mi familia, ni nadie que
tenga nada que ver. Pero desde los 8 años empecé a tener mis propios discos, de
los Beatles en ese momento. También de Deep Purple. Y así el rock me atrapó.
Después de esta experiencia con Rafanelli es que entendí que había un sistema
de sonido, y esas cosas. Todo muy precario igualmente, estamos hablando de
mediados de los 70.
Descubrí que había una empresa de
sonido que se llamaba Robertone que hacía equipos. De hecho las primeras bandas
en Argentina tocaban con esos equipos: Almendra, Manal, Los Gatos. Ellos usaban
equipos Robertone porque no había ni Marshall, ni Fender, ni nada. Entonces
empecé a trabajar en esa empresa. Bah, “a trabajar”. Yo iba y me hacían barrer,
pintar las cajas, pero me gustaba estar en ese lugar, aproveché y empecé a
mirar mucho, hasta que entendí que eso era una profesión.
• ¿Pero llegaste a planteartelo como
una profesión a esa edad?
– No, en esa época para mí era todo nuevo,
era diversión, era estar en el lugar donde estaban los músicos, escuchar
instrumentos. Eso me atrapó. Ni sabía que se cobraba por hacer eso. Seguí
metiéndome, me gustaba. Robertone me vió entusiasmo, pero además yo tenía
conocimientos de electrónica. Soy Técnico en Telecomunicaciones. Entonces
encontré justo lo que había estudiado, el punto medio entre las dos cosas. Me
servía lo que había estudiado, y lo podía aplicar en la música. Después
obviamente fue empezar a meter mano.
• ¿Cuándo es que empezás a trabajar ya
profesionalmente? ¿Cuándo fuiste consciente de que, bueno, “mi trabajo es este”?
– Consciente creo que todavía no lo
soy (risas). Yo empecé a cobrar por eso cuando tenía 17 años, pónele. Ya ahí
empecé a tener algunas cosas por la que encima me daban una guita, poquito,
pero bueno. Y a los 19 años ya empiezo a ser Operador de Sala con Riff, la
banda de Pappo, lo que me llevó ya a esa edad a hacer Obras Sanitarias. Ese día
fue como un susto importante en mi vida, pero ya dije “wow”.
• ¿Eso fue a comienzos de los 80s?
– Sí… eso fue en el 81, 82, por ahí.
Después iba viendo qué iba saliendo, y muchos años después entendí que era una
profesión.
• ¿Por algo en especial?
– Porque empecé a ganar más plata
(risas). Básicamente por eso. Pero al principio y durante muchos años yo no era
de salir ni nada, entonces ir a hacer los shows era mi salida, y empecé a
conocer el circuito de los músicos.
• ¿Y cómo llegás a Virus?
– Yo trabajaba con Riff, y se da que a
los hermanos Peyronel (Michel que era baterista, y Danny que vino en la última
época del 83) los eligen para producir el disco siguiente de Virus que iba a
ser Agujero Interior. Cuando van a presentar ese disco en vivo Michel
les recomienda que me contraten, porque era un sonido más rockero el de ese
disco. “Llamenló a Adrián que es un pendejo, y es un capo” (risas).
• Pegaste onda enseguida…
– Sí, sí. Sobretodo con Federico
Moura, que fue muy importante en mi carrera. Un tipo con una mentalidad
tremenda, el tipo viajaba mucho a Europa, y manejaba un conocimiento muy amplio
de la música. Y yo era un pibe, tenía 20 años, y era flaquito (risas). Tenía
todo por conocer, estaba en pleno aprendizaje. Y la conexión con Soda se da de
la misma manera, en la misma época.
• ¿Ya los conocías a los Soda
anteriormente?
– No. Yo estaba trabajando con Virus y
Riff. Riff tocaba poco porque se había complicado un poco el tema, sus shows
eran mucha descarga de energía, entonces los censuraban mucho. Empecé a tener
mucho más trabajo con Virus y a Federico le propusieron producir a una banda
nueva que se llamaba Soda Stereo.
• ¿Vos tenías dependencia de Rodríguez
Ares? ¿trabajabas en la compañía?
– No, casualmente yo trabajaba con Riff,
con Virus y con Soda, sus tres bandas. Pero era de casualidad. A él obviamente
no le molestaba, en un momento llegué a trabajar con las tres bandas al mismo
tiempo. Federico entonces me dijo “me ofrecieron producir una banda nueva,
¿querés venir conmigo a ver qué tal?”. “Bueno, dale, vamos”, le respondí.
Fue un jueves, un día raro. Era en un
pub, estábamos sentados en una mesa tomando una cerveza. Era un lugar que se
llamaba “La Alcantarilla”, era un barcito más chico que esto. Los ví y la
verdad que la primera vez que los ví no me llamaron la atención, debo confesar.
Federico me decía “¿Y qué te parecieron?”. “Y… qué se yo, bien…”.
Ellos estaban muy nerviosos también,
qué se yo. Y los veías de aca a ahí, un metro de distancia. O sea, el escenario
medía 20 cm. Era muy cruel la situación, digamos (risas). Ahí los descubrí. Y
justamente un día, después de ese show, yendo a la agencia de Rodríguez Ares ,
subo al colectivo y a la parada siguiente sube Gustavo.
“Hola, ¿qué hacés?”. “¿Qué hacés
aca?”, me dice. Le digo que voy a la agencia, “Yo también!”, me dijo
sorprendido. Nos dimos cuenta que vivíamos a 5 cuadras de distancia.
• ¿Y no se habían visto antes?
– Yo sabía quién era porque él tocaba
en la iglesia del barrio. No habíamos tenido trato, pero sabía quién era porque
mis vecinas tocaban con él y Gustavo tenía como cierta popularidad en el
barrio, entre las chicas sobretodo (risas). Gustavo tocaba la guitarra en la
iglesia, y estaba con el coro de ahí. Llegó a participar en un festival de la
Canción Navideña que lo hizo muy popular en el barrio porque creo que salió
segundo.
Entonces era eso el conocimiento que
teníamos. Estuvimos todo el trayecto en el colectivo hasta el Centro hablando.
Ese día el colectivo estaba vacío, eran como las 3 de la tarde, no iba nadie
hacia el Centro. Y bueno, charlando así nos preguntamos qué teníamos para hacer
y finalmente volvimos juntos. De ahí en más comenzó una relación.
Me comentó que los iba a producir
Federico. Yo ya era profesional también, y empezó esa relación de amistad más
que nada.
• ¿En ese momento llega una propuesta
formal para trabajar con Soda?
– No, no. La propuesta se fue dando de
otra manera. Antes de trabajar con ellos yo tuve este acercamiento con Gustavo.
Nos empezamos a juntar, a escuchar música. Yo tenía un equipo para escuchar
música muy bueno, lo había armado yo. Tenía baffles grandes, podía escuchar a
buen volúmen, y empezó así. Rodríguez Ares vió con buenos ojos que les de una
mano con el sonido de los shows y esas cosas.
A fines de 1983 se separa Riff,
quedaban Virus y Soda. Virus estaba muy fuerte, Soda estaba haciendo sus
primeros pasitos. Grabé todo el primer demo de Soda en la sala de ensayos de
ellos. Lo grabamos en un cassette, con una consola de 6 canales en vivo, yo
mezclando en vivo con los auriculares. Grabamos en ese demo todos los temas que
luego fueron al primer disco, mas uno que quedó afuera que era Detectives, que
nunca se editó.
Después yo fui un par de veces a la
grabación de ese primer disco para ayudarlos, para dar alguna opinión sobretodo
en lo técnico. Y bueno, hacia fines de 1984 Soda presenta oficialmente el disco
en el Astros.
• Con los televisores de escenografía…
– Sí, el famoso show de los
televisores, que todo el mundo ahora dice “sí, una cantidad enorme de
televisores”. Y yo tengo una foto en la que se ve que son sólo 6 televisores
muy repartidos sobre el escenario, eran los televisores nuestros. Eran de
nuestras casas, los pusimos fuera de sintonía que era lo llamativo, también
había un andamio.
• ¿Fue realmente un suceso ese show?
Porque en alguna ocasión los Soda han dicho que no había ido tanta gente.
– Eh, sí. A ver, primero y principal
el Astros yo creo que debe tener unas 800 butacas. Habría un poco más de la
mitad. No fue que desbordó. Pero para la banda fue la presentación en la calle
Corrientes, con todo lo que eso significa, presentar su primer disco. Fueron
muchos periodistas, había mucha curiosidad. Fue el desembarco, fue el primer
mojón.
Yo mientras alternaba con Soda y con
Virus mi trabajo. Y el fin de semana siguiente al Astros de Soda, Virus
presentaba Relax. Tuve un entredicho con Federico. Yo no había ido a las
grabaciones de ese disco, y él decía que como no conocía el disco no estaba
bueno que estuviera. Que lo iba a hacer el ingeniero de grabación, él iba a
estar en esos primeros shows, y después iba a seguir yo.
A mí no me gustó nada, ya era muy
orgulloso desde chiquito. Y le dije “no, o hago todo, o no hago nada”. Federico
me dijo que entonces hiciera el monitoreo y eso. “Yo no hago monitoreo, hago
sala” le dije. Discutimos y dije “listo, no hago nada”. No fui ni siquiera a
ver los shows.
Fui a la agencia, y le dije a
Rodríguez Ares que no iba a trabajar más con Virus. “Trabajo con Riff si se
junta, y con Soda Stereo”, le dije. Me dijo que estaba loco, que a Soda Stereo
todavía no lo conocía nadie. De hecho Virus ya era una banda… iba por su cuarto
disco. Le dije “no me importa”. Me llamó Federico, pero yo estaba decidido.
• ¿Con el tiempo llegaste a
arrepentirte de esa decisión?
– No, para nada. De hecho lo volvería
a hacer. Yo sentía que lo que ellos me planteaban estaba mal. Los Soda mismo me
decían que estaba loco, que lo pensara. Les dije “ya está”.
• Entónces arrancás el 85 con Soda en
exclusividad…
– Sí, sí, sí. El disco de Soda estaba
en la calle, ya tenía varios cortes sonando en las radios. Vitaminas, Jet Set,
Sobredosis de TV, Trátame Suavemente… empezó a ser una banda requerida, y no
era cara. Tocamos por todos lados ese verano, infinidad de shows.
• Vuelven al Astros a mediados de año…
– Exacto, el del afiche del carrito
con los televisores. En esos shows presentamos, o deberíamos haber presentado,
algunos temas de Nada Personal. Solo teníamos Azulado, que era un
tema de Fricción, no era ni siquiera de Soda. Y Ecos, que también era uno de
Fricción. O sea que en realidad todavía no había Nada Personal.
Bueno, era un gran desafío, seguíamos tocando muchísimo.
• Cuando ellos se van a la quinta a
preparar el segundo disco, ¿vos vas con ellos?
– Sí. Era en Parque Leloir, en
Castelar.
• ¿Cómo fue estar con la obligación de
encerrarse a preparar un disco, y sentir “de aca tenemos que sacar algo”?
– La verdad que esa obligación no la
sentimos mucho. Fue todo bastante irresponsable. Ya habíamos cambiado de
agencia, estábamos con Ohanian. El había tenido esa idea de alquilar una quinta
para que ellos pudieran concentrarse. Pero nosotros no paramos de tocar durante
todo ese proceso. O sea: viernes, sábado y domingo no parábamos de hacer shows.
Lunes era como el día de descanso. Y martes, miércoles y jueves deberíamos
estar trabajando en los temas, cosa que no pasó nunca.
De hecho nunca estaban los tres por
distintos motivos, por las novias, cosas así. Era una idea medio rara en esa
época, éramos todos muy jóvenes. Y hacía un friiiiiio en esa quinta (risas).
Dormíamos con 4 o 5 frazadas cada uno.
Igual no alcanzaba, había humedad también. Y me acuerdo que el último día que
nos teníamos que ir de la quinta, no recuerdo quién fue, pero alguien dijo “va
a venir Ohanian a escuchar los temas nuevos”. Y no había ningún tema nuevo.
Vino, y le mostraron como cosas, pero
fue un papelón. A la semana, o a las dos semanas, teníamos que entrar a grabar.
Llegó la fecha, y había muchas ideas pero ninguna terminada. Juego de Seducción
por ejemplo era otro tema.
• Era como que el proceso de la
grabación de Nada Personal fue a los tumbos…
– Sí, totalmente. Pero habíamos
adquirido la gimnasia de tocar todo el tiempo. Entonces la banda ya sonaba
potente. La gimnasia de tocar en un escenario chiquito, grande o mediano, es
fundamental para una banda. Tocar en cualquier lado. Yo siempre le aconsejo a
las bandas nuevas y nobles que hay que tocar en todos lados, en una fiesta de
cumpleaños, donde sea.
• Ya con Nada Personal en la calle,
¿era posible vislumbrar que el grupo podía pegarla internacionalmente?
– No, te soy sincero que no. Era impensado
en esa época, no había eso. Ninguna banda de aca había salido al exterior.
• Claro, no había un ejemplo de cómo
conseguirlo…
– Exacto, no había un camino. Entonces
Ohanian, que era un tipo muy emprendedor, fue el que sacó a Soda a
Latinoamérica. El tenía sus contactos, porque era el manager entre otros de
Spinetta. Había organizado la reunión de Almendra en 1981. Y también manejaba a
Piero, un cantautor de otro palo, nada que ver.
Entonces él le ofrecía a Soda a los
productores de otros países. Y le decían “bueno, sí, me interesa, no sé”.
Ohanian les decía “esto es lo que viene”. La compañía CBS en ese momento apoyó,
y bueno… los tipos cuando veían la foto de Nada Personal, a unos
tipos con unos pelos parados así, con camisas, con los ojos pintados, decían
“¿y esto?”.
Era un continente lleno de dictaduras
además. Algunos países recién estábamos con las democracias incipientes. Pero
Chile estaba con una dictadura durísima, Perú también. Era todo muy difícil.
Pero bueno, empezó la semillita. El Temblor en Latinoamérica fue un himno,
obviamente los otros temas también gustaron. Nada Personal ya
proponía otra cosa.
• Y volvés a Obras, esta vez con Soda,
para presentar Nada Personal. ¿Qué recuerdos te traen esas funciones?
– Ufff, muchos recuerdos. No parecía
una banda de aca. O sea, yo la miro siendo parte de eso, y para ese momento era
impresionante. Una escenografía de ese tamaño, con cuerdas, en ese momento era
impensado.
• Empezaba la costumbre de arriesgar
en las propuestas…
– Sí, totalmente. El impulso de
Ohanian fue muy importante para eso.
• ¿Y a nivel personal cómo fue el
hecho de empezar a salir de Argentina, estando meses afuera, y no tener
contacto con la familia? Porque no es como ahora, que estás a un click de
comunicarte.
– Yo ahí tenía 23 años y fue como una
convivencia muy fuerte, porque eramos nosotros, solos. Eramos 10 personas,
todas juntas.
• En lugares que no conocían además…
– Tal cual. La primera vez que me tomé
un avión fue por Soda Stereo. Fue increíble conocer otros países, otras
culturas, otras comidas, otras costumbres. Fue increíble.
• ¿El hecho de irse durante varios
meses al exterior les hacía perder cierta noción de lo que pasaba en Argentina?
– No, para nada. Y eso que era como
vos decías, el tema de la comunicación era difícil. Mi familia no tenía
teléfono, por ejemplo. Escribíamos cartas, y las mandábamos con gente de la
agencia. Por ahí venía alguien de la agencia para Argentina, y volvía después a
la gira. Una cosa increíble. No había ni fax. Te olvidabas de todo, eras como
un marino mercante (risas).
Fue una gran experiencia, nos curtió
muchísimo eso. Lo que pasa es que todo el grupo tenía una convicción muy
fuerte, de vamos y nos plantamos en todos lados. Yo siempre digo que fue, como
vos decías, muy arriesgado. Pero nosotros sabíamos que la banda se subía al
escenario y… ojo. Ellos escénicamente eran muy fuertes, musicalmente ni hablar.
Y a parte hicimos escaloncito por escaloncito.
• De hecho en esa gira empiezan a
subir hasta llegar a México, escalón por escalón.
– Totalmente. Hicimos todo muy rápido.
A veces estábamos… no sé, ponele que en Perú, después ibamos a Ecuador, y nos
decían “che, tenemos que volver a Perú porque agregaron algunas fechas más”. Y
uno decía “pará, loco” (risas). Era todo así, muy vertiginoso.
El punto de quiebre igualmente fue el
Festival de Viña. Eso hizo PLUUUFFFF. Explotó en todos lados.
• Sintieron ese éxito esa misma noche
¿no?
– Sí, sí. Bah, ya cuando llegamos para
tocar en el Festival de Viña fueron unas 2.000 personas al aeropuerto. No nos
dejaban dormir en el hotel. O sea, no por mí, por ellos, pero yo estaba ahí!
(risas). Hicimos todo Chile ese verano, fue realmente la explosión de la
Sodamanía. Se sintió muy fuerte ahí, pero después a cada país que íbamos nos
decían que habían visto la transmisión del festival en la tele. Nos dimos
cuenta del eco que había tenido eso.
• Pasamos a la grabación de Ruido
Blanco, entonces, que es el disco que plasma esa gira.
– Fue una grabación increíble. Me
parece increíble porque no había condiciones técnicas en aquel entonces. No
había ni siquiera para hacer sonido en vivo en cada lugar. Yo tenía que viajar
dos o tres días antes a cada lugar para buscar lo que necesitábamos para tocar,
y no había en muchos casos.
Yo recuerdo por ejemplo que en Perú
era tanta la demanda y nos pidieron un concierto para la tele, para Radio
Panamericana, y para poder grabarlo yo tuve que soldar cables. Pero muchos eh,
muchísimos. Y yo tenía que usar donde estaba la consola del sonido para el
lugar, tenía dos o tres consolas más, y grabar en un grabador de media pulgada,
perdiendo mucha calidad de señal, tenía que pasar por 20 lados.
• ¿Quedaron temas fuera de ese disco?,
porque la idea primaria era hacerlo doble.
– Quedaron temas afuera. Nosotros
grabábamos todos los conciertos, pero a la compañía no le pareció del lado del
marketing hacer un disco doble, era demasiado. Nosotros no estábamos convencidos
tampoco de hacerlo así, doble. Eso fue durante la gira, nosotros estuvimos casi
8 meses sin volver a la Argentina, porque estuvimos 7 meses de gira, y el
último mes nos fuimos a mezclar a Barbados. Y mientras tanto íbamos pensando,
“qué hacemos, metemos esto”.
Hicimos una parada en México para
transcribir las cintas de una pulgada a dos pulgadas que era el formato que se
utilizaba en el estudio. Ahí también agregamos los coros de las Supremes. Ahí
escuchamos el material completo. Viajamos con un baúl lleno de cintas que
pesaba como dos elefantes mas o menos (risas). Era muy incómodo todo, y nos
dimos cuenta que por ahí estaba bien y era mejor hacer un disco solo, que iba a
ser más contundente, y bueno… así fue.
Fue una experiencia increíble. Las
grabaciones eran muy… no sé… yo lo pienso ahora y era tan precario todo, porque
no había medios. Yo recuerdo lo que te comentaba: en Perú me pasé soldando
cables toda una noche. Después al otro día había que ir a probar sonido, había
que ir también a probar para grabar.
• Era todo un esfuerzo para poder
grabar un par de temas (risas)…
– Uffffffff, sí. Era tremendo, pero
teníamos muchas ganas. Después ir a mezclar a Barbados era una cosa insólita. A
mi cuando me dijeron de ir a Barbados no sabía ni dónde quedaba. Estuvimos un
mes ahí, en Septiembre de 1987. Me acuerdo porque era mi cumpleaños y yo no me
dí cuenta. Mi mujer de esa época me llamó y yo no entendía nada. Me decía
“feliz cumpleaños”, y yo “¿lo qué?”. Fue todo así.
• Yendo hacia 1988, saltando hacia
Doble Vida. ¿Gustavo empezaba ya por entonces a mostrarte los demos de los
discos? ¿Te pedía opinión, hablaban de eso?
– Sí, sí. El siempre tuvo mucho manejo
de la técnica, en cuanto a los aparatos, a los grabadores, a procesadores, a
sonido. Era un tipo que estudiaba mucho los aparatos, cómo le podía sacar el
jugo a las cosas. Entonces yo iba y lo ayudaba un poco, pero él hacía todo. En
realidad iba para acompañarlo un poco. El me mostraba los demos antes de que
los escucharan Charly y Zeta inclusive. Me preguntaba qué me parecían, yo le
comentaba, era ese tipo de relación ya.
• Y para tu laburo en vivo, ¿él te
daba ciertas pautas?
– Con el tiempo nos fuimos conociendo,
y él sabía… confió toda su carrera en mí. Pero desde un principio a él lo tenía
como él se ponía. Es decir, venía a la consola de sonido, me preguntaba esto y
lo otro. Y yo tenía que explicarle por ejemplo que un lugar como Obras, vacío,
no suena igual que con 6.000 personas. Todo eso fue como una cosa que él no
podía aceptar. “Bueno, no importa”, me decía. Y yo le explicaba que si hacía
que sonara bien en la prueba, después no me iba a servir en vivo. Que tenía que
jugar un poco con eso. Pero después ante los comentarios de la gente y todo, se
rendía ante lo que yo le decía (risas). Pero Gustavo se ocupaba mucho de eso.
• Vayamos a Canción Animal, la
explosión de Soda en cada rincón de Argentina, ¿qué te acordás de aquella gira,
de tocar en lugares tan chicos, y luego en estadios?
– Otra locura más. El país no estaba
preparado para eso. Aparte los escenarios todavía se hacían con andamios, y no
con las estructuras que hay ahora. Entonces antes cada escenario se tardaba una
semana en armarlo, una cosa así. Teníamos dos juegos de escenarios, y era una
locura. Moviendo gente para todos lados en micro. Gente para armar el
escenario, gente para esto, gente para esto otro. Fue una movida bestial para
la época sobretodo.
• Y terminar en Velez… solos.
– Sí, solos, tal cual. Porque ya
teníamos el antecedente el año anterior de Tears for Fears. Que de hecho, yo te
diría, que recuerdo más con cariño ese. Me acuerdo que tocó Soda primero, y
hubo una cosa que fue lo que me shockeó mucho: mucha gente al terminar Soda se
fue. La gente iba a ver a Soda.
Después incluso Tears for Fears pudo
tocar 6 temas nada mas, por la lluvia. A la semana siguiente estaban en Brasil,
hablaban con la prensa, comentaban que habían estado en Argentina y yo que sé.
Que habían tocado en un lugar, pero que no habían podido terminar su show. Y
que antes había tocado una banda que era mejor que ellos. Ahí dije “wow,
mierda, estamos bien”.
El Velez de Diciembre fue la frutilla
de la torta. Lo que tuvo es que llegamos tan cansados de girar, veníamos con 40
shows en tres meses, también con muchos kilómetos de ruta, pero fue de una
felicidad enorme.
• ¿Y la vuelta al Gran Rex a mediados
de 1991?
– Y eso fue como volver a casa, de
hecho nosotros no habíamos hecho nunca el Gran Rex. Ahí decidimos hacer Rex
Mix, estrenamos el estudio que habíamos comprado en Los Angeles, después
fue el estudio Supersónico, pero la primer grabación la hicimos primero en el
Rex.
• Justamente en Rex Mix se agregan dos
temas en vivo de la banda, ¿no había más versiones para agregar como registro
en vivo de lo que fue esa gira?
– El asunto fue que nosotros ya
habíamos hecho un disco en vivo, encima salvo Hombre al Agua, No Existes era
de Signos. Gustavo quería hacer cosas nuevas, no le parecía
atractivo hacer discos en vivo. En realidad era como para llenar el tiempo,
digamos. Para darse más tiempo como para preparar algo nuevo. Por eso Rex
Mix fue más que nada para probar el estudio nuevo.
Aprovechamos e hicimos No Necesito
Verte, que lo grabé yo. Fue la primer grabación que hicimos en nuestra casa, en
Supersónico, que fue el lugar donde nosotros estuvimos el 90% de la carrera de
Soda. Era nuestra sala, nuestra oficina, yo viví ahí por ejemplo. Un año y pico
viví ahí. Estuvimos más de 10 años ahí. Entonces armar el estudio fue una cosa…
lo armé todo yo. Lo soldé de punta a punta, todos los cables. Me apuraban.
• Está la gratificación de verlo
realizado, ¿no?
– Sí, obvio, seguro. El trayecto fue
largo. Pero de hecho Dynamo lo grabamos ahí. Fue el disco más
largo de la historia. Un álbum mas o menos llevaba 200 horas. Se contaba así:
por horas de estudio. Y en Dynamo usamos 550 horas. La
compañía decía “noooo, me están jodiendo” (risas). Pero era probar, era lo que
nos daba tener nuestro lugar.
• ¿Cómo era el método de trabajo para
grabar un disco en su propio estudio?
– Nosotros laburábamos todos los días,
eso es algo que siempre tuvo Soda. Nosotros ensayábamos de lunes a lunes,
sabíamos siempre que a las 15 horas teníamos que estar en el estudio. Todos. O
sea, a las 15 si querías estar sonando. Si querías ir a las 14, perfecto. Pero
a las 15 tenía que estar todo el mundo, los asistentes, los músicos, los
sonidistas, todos.
• ¿Cuántas horas estaban?
– Y… 8 o 10 horas. Nosotros nos
tomábamos muy en serio eso, sobretodo con alguien obsesivo 100% como Gustavo.
Nosotros el día de la madre, o día de cumpleaños y eso, eran días que nos decía
“bueno, una hora más tarde”. Pero no siempre. Si había un motivo, sino no.
Nosotros laburábamos mucho, mucho.
• ¿Cómo fue la etapa de Colores
Santos, sabiendo el momento personal que atravesaba Gustavo?
– Bueno, Gustavo había hecho Colores
Santos en Supersónico. Y fallece el padre, que fue algo muy importante para la
vida de cualquiera, ¿no?. Pero fue fuerte, de hecho fallece el padre, y espera
un hijo. Los ciclos de la vida, ¿no?. O sea, en menos de un año fallece el
padre, y espera su primer hijo. Ya en esa época Gustavo empezaba a tener otras
inquietudes, digamos, musicales.
• Tras aquella gira para presentar
Dynamo ¿cómo viviste el primer parate grande que tuvo Soda y la edición de Amor
Amarillo?
– Sí, en ese 1993 Gustavo se fue para
Chile, decidió casarse, entre otras cosas, y se va para Chile. Cecilia ya
estaba embarazada de Benito. El me pidió algunos discos. Yo tenía y tengo
muchos discos, CDs y vinilos. Yo le dí Artaud, porque siempre él
admiró mucho a Spinetta y quería hacer algo, pero no sabía qué. Y yo le dije
“buscá por aca, que aca vas a encontrar algo”.
• Mientras Gustavo estaba en Chile,
¿vos seguías en contacto con Charly y con Zeta?
– Sí… no. Yo estaba trabajando con
otras bandas, también era el manager del estudio Supersónico. O sea que también
los veía cada tanto. Zeta vino a hacer a otra banda, a Aguirre. Después de
hecho vino Gustavo a hacer el primer disco de los 7 Delfines. Y Charly estaba
más en otras cosas.
• En ese momento, ¿Gustavo te llegó a
decir “ok, Soda Stereo llegó hasta aca, no va más”?
– No te olvides que Soda venía de
hacer un show como la 9 de Julio. Fue algo muy importante para todos. Eso fue
como… “¿y después de esto, qué hacemos?”. Fue como un pico muy alto en la
carrera de Soda, entonces después hubo que repensar los objetivos. En ese
momento ya había mucho desgaste. Nosotros no parábamos, desde el 84 no paramos
más.
• Se veían las caras todos los días…
– Claro, todo el tiempo!. Comíamos,
dormíamos juntos, viajábamos, trabajábamos. Todo el tiempo. Era muy intenso,
porque no era que salíamos de gira una semana, o dos meses, no. Todo el tiempo.
O sea, cuando no estábamos de gira, estábamos ensayando. Y cuando no estábamos
ensayando, estábamos grabando. Era así todo el tiempo, los 365 días del año.
Y bueno, eso produjo… ya después de
eso hubo un gran desgaste. Gustavo empezó a ver que quería descansar de Soda
Stereo. Aparte cualquier cosa que hacía Soda había que mover una maquinaria
enorme y él ya quería hacer algo por otro lado. Así fue apareció Colores Santos
primero, y Amor Amarillo.
Ya en ese momento para mí Soda estaba
separado. No veía la forma de que otra vez volviera a funcionar todo eso.
• ¿Y cómo te encontrás vos viviendo el
proceso para lo que fue Sueño Stereo en 1995?
– Fue un proceso duro. Ahora a la
distancia lo veo como un gran disco. Pero el proceso previo fue duro.
Entremedio fue lo del accidente de los hijos de Zeta, que eso fue un golpe
terrible para todos, obviamente para Zeta y su esposa más. Pero todos lo
vivimos con una tristeza enorme, y cada vez que me acuerdo me pongo mal, me
pongo triste. Y eso fue lo que hizo que… bueno… “hagamos algo entre todos”.
Creo que eso fue uno de los motivos
para que Soda volviera a juntarse para hacer un disco, para no dejarlo solo a
Zeta. Terminó haciéndose un gran disco, volvimos a la mecánica de ensayar un
tiempo.
En ese ínterin Gustavo va a ser padre
de nuevo, de Lisa. Después pasamos a Comfort y Música para Volar.
• En esa etapa de 1996, y vos estando
en la consola durante los conciertos, ¿veías que arriba del escenario Soda
seguía siendo lo mismo de antes?
– Mmmm, no. No. Soda ahí cambió. El
concierto de Ferro por ejemplo fue lapidario. Fue un show de una banda
disuelta. Fue para mí el peor show de Soda en su carrera. No había química, no
había entusiasmo de ningún tipo. Eran tres individualidades, y se notaba. Yo
creo que no se miraron los tres en todo el show.
Encima arrancamos y en el primer tema
le explota el equipo a Zeta. Fue muy accidentado. Después vino Andrea
Etcheverry que cantó para el orto (risas). Cantó mal. Pero no le echemos la
culpa a ella, la situación, la atmósfera no ayudaba en nada. No entusiasmaba de
ninguna manera. Ese fue el punto final.
• De la decisión de separarse, ¿te la
comentaron, te enteraste por afuera?
– No, yo hablé con Gustavo. Fue una
semana después del concierto de Ferro, él dijo “esto es un desastre, esto no va
más”. Les comunicó a Zeta y a Charly tomarse un tiempo. Yo recuerdo que Zeta
dijo en un momento que él se enteró por la prensa de que se separaron, no sé si
fue tan así, no me acuerdo. Pero yo había hablado con Gustavo, y Gustavo ya no
veía lo mismo como para seguir.
• ¿No veías que Zeta y Charly pensaran
igual que Gustavo? ¿Sentías que ellos querían seguir con Soda?
– Y… Gustavo era el que tomaba las
decisiones fuertes, ¿viste?. Yo creo que si hubiese sido por Zeta y Charly
hubiesen seguido. Es más, se planteó eso en su momento cuando Gustavo les dijo,
cuando se juntaron ellos, “esto no va más, yo quiero hacer otra cosa”.
• ¿Vos estabas de acuerdo con hacer la
última gira?
– No, yo no la quería hacer. Es más,
yo me negué a hacerla. Yo le plantée eso a Daniel Kon, le dije “yo no la hago”.
Y Gustavo vino un día y me dijo “si vos no la hacés, yo no la hago”, y se armó
un quilombo bárbaro. Después le plantearon a él de que se quedaba sin laburo un
montón de gente, y que por eso había que hacerla. Y la hicimos.
• ¿Y aquel cierre en River cómo lo
viviste? ¿se puede disfrutar un show sabiendo que es el último?
– No, en ese momento no. Yo siempre
dije, yo no sé quién puede disfrutar un velorio. No lo entiendo. O sea, yo fui
a cumplir. Hice mi trabajo lo mejor que pude, pero la verdad… ¿feliz? ¿un buen
recuerdo?, no, ni loco.
Yo sufrí muchísimo esa gira, y fueron
6 shows… menos mal. Pero además era tan contradictorio, que el último River… yo
pensaba: con lo que cuesta llegar a hacer un River. Llegás y es lo último que
hacés. Es fuerte, me parecía muy injusto. Es como que no había llegado a
tiempo, ¿viste?. Es como cuando te da bola la mina que estaba divina a los 20,
y te da bola a los 40 (risas). “¿Ahora venís?”
Pero por eso no quería hacer esa gira,
me quedó una cosa como muy amarga.
• ¿Cuánto tiempo te duró esa sensación
amarga?
– Fue raro, porque la semana siguiente
empecé a trabajar con Shakira. O sea, después del “gracias totales”, a los 6
días estaba de gira de vuelta. Fue una experiencia… una experiencia nomás. No
muy grata. Y también a los dos meses, o tres meses, trabajando con Shakira me
bajé porque no tenía nada que ver conmigo. Pero me sirvió para que ese momento
amargo con Soda se me disolviera, me sirvió para eso.
Después recién en 1998 volví a
trabajar con Illia Kuriaky, hicimos unos cuantos shows. Fui a México, a España
también, todo en el 98. Y dejé de ver a Gustavo, Zeta y Charly durante un año y
pico, a todos. Nunca había pasado eso.
Yo sabía que Gustavo se había mudado
cerca de mi casa, porque él había vuelto de Chile en el 97. Y sabía que él iba
a seguir haciendo música, no tenía dudas. Zeta y Charly no sabía qué iban a
hacer.
• ¿Cómo te llega la idea de Gustavo de
hacer Bocanada?
– Cuando hablé con Gustavo me dijo
“estoy armando una banda”, pero todo era muy tranquilo. No había urgencia. No
se apuraba, estaba viviendo su etapa de padre a pleno. Disfrutaba mucho de
estar en su casa. Se armó el estudio en la casa además.
Cuando yo fui a ver lo que estaban
haciendo, los temas de Bocanada, él tenía otra formación, eran
otros músicos los que tocaban. Cuando ví los músicos que estaban tocando le
dije “¿por qué no probás a estos dos?”. Eran Martín Carrizo y Fernando Nalé. Y
bueno, ahí se armó la banda.
Durante todo el proceso de grabación
estaba con otras cosas yo. Estábamos en plan de amigos con Gustavo, salíamos a
andar en bicicleta, hablábamos boludeces. Sabía en qué estaba trabajando él,
pero no hablábamos profesionalmente, digamos. Fue una etapa más de amigos.
• ¿Y en qué punto es que te propone
volver a trabajar con él?
– Fue al revés. Para su cumpleaños lo
llamo y le digo “che, ¿cómo andás?”. Hizo una fiesta en su casa, fui. Lo saludé
y le dije “che, la verdad no sé qué planes tenés, pero la verdad es que me
gustaría volver a trabajar juntos”. Me dice “¿¿en serio??”. Le digo “sí,
obvio”. “No te puedo creer, que buena noticia, es el mejor regalo de
cumpleaños” me dice.
• O sea que quizás nunca te lo hubiera
propuesto…
– No, porque había terminado todo tan
mal en River… todos se fueron por lugares diferentes. O sea, no hubo festejo.
Cada Soda había armado una fiesta por su lado. Yo no fui a ninguna. Y Gustavo
creía que yo estaba enojado con él. En ese cumpleaños la fiesta estaba en su
casa, y salimos afuera, nos quedamos sentados en una escalinata que tenía al
frente de su casa, hablando como una hora y pico, diciéndonos todas las cosas.
Diciendo lo que uno creía del otro. “Somos dos boludos” nos dijimos. Fue por no
hablarnos.
El se puso muy contento, y me dijo
“bárbaro, buenísimo”, estaba muy contento. Y ahí sí ya empecé a meterme en lo
que era Bocanada.
• ¿Cómo fue esa etapa de Bocanada, de
pasar de Soda a su carrera solista?
– Bocanada fue muy
difícil porque la gente esperaba otra cosa de Gustavo. Esperaba la continuación
de Soda, digamos. Y eso nunca lo entendí porque no hay un sólo disco de él que
se parezca a otro. Ni de Soda. Son todos bien diferentes. Entonces la gente al
principio no lo recibió muy bien a Bocanada.
Ahora se convirtió en un disco de
culto, te diría. Todo el mundo te dice que es un discazo ahora. Es más, yo creo
que se debe haber vendido más en los últimos 10 años que cuando salió. Pero
Gustavo estaba como que quería cortar drásticamente con Soda, y no hacía temas
de Soda en vivo. Y la gente le reclamaba eso.
Gustavo se enojó mucho en los primeros
Rex que hicimos porque era el público de Soda. Pero después con sus buenas
maneras y todo fue imponiendo su idea.
• Para Siempre es Hoy vuelve a pegar
otro volantazo a nivel musical…
– Exacto, pasamos de un clima tan
íntimo de Bocanada y tan ambiental, a algo ya más electrónico
zarpado, digamos (risas). Un disco que tiene temazos también, que no son para
mí los más conocidos.
• Sulky es uno en mi opinión…
– Sulky, por ejemplo. Sudestada, Vivo.
Las reversiones de los temas de Soda de esa gira también son buenísimos. Ahí ya
se sacó un poco la mochila, el prejuicio digamos. Un prejuicio de él, aunque
parezca mentira, con respecto a Soda. Yo siempre le decía “si los temas son
tuyos, ¿cuál es el problema?”. Le digo “no seas boludo, si es tuyo, es parte de
tu vida, de tu trayectoria”.
Yo lo jodía siempre porque Gustavo lo
que tenía era que, a la hora de empezar a componer, arrancaba desde lugares
diferentes. O sea, yo lo he visto componer con la guitarra criolla, con una
guitarra eléctrica, con un teclado, con un secuencer, con la computadora. A él
siempre le interesaba eso, ¿viste?. Hacer música con lo que tuviera a mano y
arrancar otra vez.
Yo cuando estábamos con Siempre
es Hoy siempre le decía, lo jodía, lo volvía loco, “agarrá la guitarra
Gustavo, dale, agarrá la guitarra, dejate de joder con esto, agarrá la
guitarrita” (risas).
Así que cuando empezó a trabajar
en Ahí Vamos me decía “así que querías guitarra, te vas a
cansar ahora” (risas). Me acuerdo de su gesto, me miraba y me decía “pero no te
hagas el loco eh, no vayas a poner a todo volúmen, aunque igual siempre vas a
poner todo al palo, haga lo que haga va a sonar fuerte”.
• Ahí Vamos y la vuelta a las
guitarras lo terminó llevando a la popularidad como solista…
– Sí, sí. Fue el disco que lo volvió a
posicionar, tocamos por todos lados, fue aceptado muy rápidamente. Es un disco
con grandes temas también, muy variado pero con guitarras bien al frente. Muy
rockero. Y también fue lo que dio el puntapié a la vuelta de Soda, porque
Gustavo logró su cometido desde que empezó su carrera solista que era el de ser
aceptado por el mismo, por su trabajo como solista.
Con Ahí Vamos hicimos
acá Pampa y Alcorta, fueron 200.000 personas, y entonces Gustavo dijo “ahora
sí”. Tocó con Spinetta, se dio todos los gustos.
• Si Gustavo no hubiera tenido ese
éxito, ¿Soda no hubiera vuelto?
– Y… no sé, lo pongo en duda. El
quería llegar a donde llegó por sus propios medios, y sin depender de nadie.
Para él fue un gran logro eso. Por eso te digo, ese punto alto de Pampa y
Alcorta, en el que invitó a tocar a Spinetta por primera vez, todo fue mágico,
y Gustavo tenía una felicidad enorme.
• ¿Cómo viviste esa vuelta de Soda en
el 2007?
– Arrancamos muy bien, con mucha
felicidad, realmente.
• ¿Se sentía la misma química de
aquellos viejos tiempos?
– Sí. El primer ensayo que ellos
tuvieron que fue muy privado, en el que se juntaron, estuvieron ellos tres
solos. Nosotros teníamos una organización enorme, mucha gente, pero ese día
estuvieron ellos solos. Sin asistentes, sin nada. Les dejaron todo enchufado, y
bueno, listo, afuera todos. Estuvieron 3 o 4 horas tocando, sin nadie. Y
empezaron a salir los temas solitos. A mí me dejaron entrar, y ahí fue que
empezó todo.
• ¿Y ver que mientras sucedía ese
encuentro entre ellos, afuera se vendía un River, dos, tres?
– Eso fue increíble. Ya cuando estaba
el primer River dije “bueno, al fin, así era, así tenía que ser”. Hacer 3 River
el primer fin de semana fue increíble, y después se iban agregando shows.
Nosotros teníamos en la primer opción, digamos, eran 8 shows. Toda la gira eran
8 shows. Terminamos haciendo 23. Y esos 23 eran todos grandes. Salvo el
American Airlines Arena en Miami, que entran 9.000 personas, hicimos dos días
ahí. Pero después eran todos estadios. Hasta en Los Angeles hicimos el estadio
de los Galaxy, donde jugaba Beckham en ese momento.
• ¿Vos creías que había chance para
seguir tras Me Verás Volver?
– No.
• Viste que después se generó cierta
duda de si no seguían en 2008, o de que pudieran volver cada tanto…
– Para mí eso es un mito. Aunque lo he
escuchado a Zeta y a Charly decir que ya estaba programado, yo sabía que seguía
con Gustavo, y no. Aparte Fuerza Natural es un discazo, y Gustavo dijo “basta,
ya está, ya cumplí”.
Nosotros teníamos la opción de seguir
con Soda en el 2008, había una oferta concreta de hacer 20 shows más.
• ¿Se llegó a pensar esa oferta?
– Muy poco. No había lugar, no había
lugar a seguir. Gustavo ya había dicho “ya cumplí, hicimos más de lo que estaba
pactado, yo quiero parar”, Gustavo estaba muy cansado.
• O sea que, de no haber pasado lo que
pasó con la salud de Gustavo, los discos siguientes hubieran sido como solista…
– Sí, yo no tengo dudas de eso. Yo no
veo esa fantasía de… obviamente nunca lo sabremos… pero yo no veía a Soda
reunido nuevamente.
• ¿Y cómo te tiene esto de Sép7imo Día
que de alguna manera sirve para revivir parte de lo que fue Soda Stereo?
– Mirá, yo estuve trabajando dos años
en esto. Para mí fue increíble, porque escuchar de vuelta todo el material fue
como revolver mucho en mi vida, obviamente Soda es gran parte de mi vida. Y
esta vez encararlo yo como productor artístico junto con Charly y Zeta.
• ¿Cómo fue encontrarte nuevamente con
la voz de Gustavo en las cintas?
– Fuerte. Había momentos que me
chocaba mucho. Aparte escuchar una voz sola… tiene que vos escuchás por ejemplo
la respiración, y la cabecita se te va un poco, ¿entendes?. Hubo días en el que
me tuve que ir del estudio, no aguantaba.
• ¿Te planteaste no hacerlo en algún
momento?
– La verdad es que al principio no
sabía cómo iba a hacer. Me chocaba, pero después pensaba: “no, esto lo tengo
que hacer, es mejor que lo haga yo”. Pensaba en Gustavo. Gustavo hubiera
querido que lo hiciera yo, de eso no tengo dudas. Si hay alguien en quien
confiaba era en mí. Entonces después me fui amigando con todo eso, y empecé a
disfrutarlo, empecé hasta a cagarme de risa.
Suena todo como si fuera loco (aunque
no descarto que esté loco) pero sentía como una interacción entre todo eso. Y
también me planteaba mis propias ganas de hacer las cosas y qué hubiese hecho
Gustavo.
• En cada situación…
– Claro! ¿Cómo hubiera resuelto esto?
Imposible porque él era un genio, y yo no (risas). Lo conocía pero Gustavo era
un tipo que no tenía una misma formulita para hacer las cosas. O sea, el tipo
modificaba todo, y andá a saber qué estaría haciendo ahora. Indescifrable para
dónde podía salir.
• Si yo te pregunto ahora, tras ese
proceso de redescubrir las cintas, ¿qué material existe de Soda y quedó
finalmente guardado?
– ¿Qué hay guardado? Todo. Todo lo que
hay, es así.
• ¿Pero es menos de lo que se pensaba
que había?
– Yo no pensé nunca que había más,
¿entendés?. Yo siempre supe qué es lo que había, y qué es lo que no. Eso es por
si alguien fantasea de que hay temas inéditos… bueno, no, no hay. Nunca hubo.
Soda llegaba siempre justo.
• Y de Gustavo solista tampoco…
– Olvidate. Como yo te contaba,
para Nada Personal por ejemplo nos fuimos dos meses a una
quinta para hacer temas. Fuimos al estudio y no teníamos ninguno. En ese
aspecto eran una maquinita de laburar, pero no les pidas más. Llegábamos con lo
justo. Yo siempre digo que de aquella primera época de Soda, todos los últimos
temas eran de relleno, porque los discos nos quedaban cortos.
Vos decís Mi Novia Tiene Bíceps, el
otro El Cuerpo del Delito. Eran para completar, ¿entendés?. Signos tiene
solamente 8 temas. O sea, es un disco corto. Signos es un
disco raro, porque son pocos temas, El Rito es un temazo pero es un tema largo.
Son de 5 minutos, o 5 minutos y pico. Prófugos es un tema largo. Persiana
Americana es un tema largo! Aunque no parezca y se te pasa rápido. Signos
también. Son todos temas largos, son 4 y 4. Cuatro temas por cada lado.
De hecho faltaba un día para mezclar y
no tenían letra. Era un nivel de stress! (risas). Vino un día Gustavo y dijo
“tengo todas las letras”. Las grabó de una y quedaron esas. El otro día
hablábamos con Zeta, y yo no sé si las letras están bien o no. Después cada uno
las interpreta a su manera. Uno se acostumbró tanto, que no sé si están bien o
no. También está en que cada uno se imagina lo que quiere, eso está bueno.
Pero después musicalmente, y ya te
digo… letrísticamente, nos íbamos del estudio como diciendo “ufff, ya está”.
Nunca sobraba nada.
Y con Gustavo solista era igual.
Gustavo no era como Calamaro que hace 100 temas para un disco, ni en pedo.
• De hecho es raro que Siempre es Hoy
haya tenido tantos temas, algo que el propio Gustavo reconoció como un error…
– Bueno, yo le dije que el disco tenía
que durar la mitad. Eso fue una cosa de cabezón, de terco.
• ¿Qué temas le hubieras sacado?
– Muchos (risas). ¿Pero sabés por qué
tiene tantos temas Siempre es Hoy? Mirá la premisa cuál fue: en un
CD entran 80 minutos. Gustavo entonces me dice “bueno, voy a hacer un disco de
80 minutos”. Gustavo, Zeta y yo nos criamos escuchando vinilos. Los vinilos
duran en promedio entre 20 y 23 minutos por lado, lo que nos da un promedio de
45 minutos. Encima eso era en los 60s, 70s. Nos juntábamos a escuchar música.
Cosa que la gente no hace desde hace años.
Le digo “Gustavo, nadie escucha 80
minutos, en esta época ya nadie se pone a escuchar un disco entero”. “Yo voy a
hacer un disco de 80 minutos”, me dice. De terco.
• ¿Te lo reconoció después? Porque
públicamente lo ha reconocido…
– Hasta ahí nomás, no me iba a dar más
datos (risas). Ya reconociendo eso era muchísimo.
• Si hoy viniera la compañía y te
dijera “queremos editar algo inédito de Soda o Gustavo”, ¿hay algo para editar?
¿hay algo de calidad para editar?
– Sí. Hay shows que se podrían editar.
Lo que tenía Soda, por ejemplo, es que… de Sobredosis de TV tenemos como 7
versiones diferentes, porque fue el único tema que nunca salió de la lista en
las giras. Cuando era la época de Doble Vidatenía caños, tenía
saxo. La época de Signos tenía cuerdas. Tenía otra versión
super rockera, de Canción Animal, por ejemplo. Pero otra cosa no
hay.
• ¿Crees que habría interés en editar
algo de eso?
– Y, mirá, no sé.
• Sép7imo Día tiene algo de eso,
algunas joyitas en sus temas…
– Yo la verdad que estoy muy orgulloso
de Sép7imo Día. Es un disco donde yo me pude explayar ampliamente,
hice lo que quise. Yo creo que se me ocurrieron, y combiné cosas que a nadie se
le hubiesen ocurrido. Y en 2017, con la tecnología de hoy. Hay temas que son
del 84, y suenan a 2017, ese fue mi gran objetivo. Que sea diferente.
Y para los ultra fans ninguno de los
temas tiene los planos originales. Ninguno es un tema que vos digas “suena
igual al del disco”, ni en pedo. Primero porque no está hecho con las mismas
cosas, lo que está grabado es lo que está grabado, no se regrabó nada. No se
retocó nada, se usó tecnología de ahora. Es otro concepto.
• Si tuvieras que describir a Sép7imo
Día en la discografía de Soda, ¿qué es?
– Y… está muy bien eh (risas). Rankea
bien. Yo dije que el mejor disco ahora es Sép7imo Día, tiene mucho
trabajo mío, mucho cariño.
• ¿Crees que Gustavo hubiera estado de
acuerdo con el proyecto Sép7imo Día?
– No tengo idea. Si Gustavo hubiese
seguido con su carrera solista, y se planteaba esto, yo creo que él lo hubiese
en un punto frenado para que no se le superponga con su carrera. Viéndolo como
espectáculo circense. Yo creo que aca hubo una gran confusión como que se
vendió exageradamente como la vuelta de Soda, algo que es imposible, y es un
espectáculo de circo. Yo no había visto shows de circo de ninguna compañía en
mi vida, entonces es un lenguaje diferente.
• ¿Te gusta la obra?
– Mirá, yo no entiendo nada (risas).
Yo entiendo de música, y a mí la música me gusta mucho. Y el trabajo que hice
tanto para el disco, como para la obra, me gusta mucho. A veces me dicen “viste
cuando pasa tal cosa en el show”. Y yo ni me dí cuenta, no sé. Como me pasaba
también en los shows, a mí a veces me decían “viste con este tema qué pasó”. Y
yo ni idea. Yo estoy con mi consola, escuchando. Es una gran cagada, es
una deformación profesional. A mí me recomiendan escuchar algún disco nuevo y a
veces me cuesta escuchar las canciones sin hacer un análisis técnico. Escuchar
el efecto que usó en la guitarra, en la voz. Es una cagada eso (risas).
• Si te pido que me describas a
Gustavo…
– Un genio, como persona y como
artista, como todo. Como artista enorme, enorme. Uno de los talentos más
impresionantes que he conocido en mi vida. Un tipo que componía como componía.
Que cantaba como cantaba, cosa que es un gran déficit hoy en día, en general,
de los cantantes. Que expresen, una voz que cuando tiene drama es dramática,
cuando tiene alegría es alegre, todo eso.
Gustavo era enorme como
instrumentista. Cómo tocaba la viola! Era una cosa impresionante. Tocaba
rockero, funk, el estilo que quieras. Cómo sonaba él. Era único. Es uno de esos
que hay 1 en mil millones. No tengo parámetro para describirlo.
• ¿Qué es Soda Stereo para el rock
argentino y para el rock latino?
– Soda Stereo es el que hizo que el
rock sea latino, o sea, que sea continental. Que salga del barrio. Que pueda
trascender las fronteras de los países, sin problemas, unificando eso, sin
dividir. Al contrario, fue el que alisó el camino. Fue el que pavimentó para
todas las bandas que vinieron después con mayor o menor éxito.
Pero vos seguís yendo a cualquier país
de Latinoamérica, llegás a cualquier lado y sigue sonando Soda Stereo. A mí me
sigue tocando viajar y en todos lados suenan Soda y Gustavo. Pero Soda es como
el mascarón de proa de toda la música de rock en español sin dudas.
• ¿Y cómo definirías a Adrián Taverna?
– Nah, ¡el mejor de todos! (risas)
/ Allan Kelly Márquez –
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